¡Hola a tod@s!
Hoy os traigo de nuevo un cuento, pero esta vez no tiene nada que ver con el formato papel, si no que lo vamos a trabajar nosotros con la ayuda de la peque.
Hace unos días mi hija me contaba el cuento de un árbol muy feo que se puso contento cuando unos niños lo vistieron con hojas de colores. Yo no sabia de que cuento me hablaba, y resulta que era uno que le contó mi marido y le gustó mucho mucho, tanto que lo pedía a todas horas.
Como siempre yo dándole vueltas al coco a ver cómo podíamos hacer nuestro el cuento, y se me ocurrió pintar un árbol sin hojas en un folio doble. Luego nos fuimos a dar un paseo con la bici y el otoño ya se había encargado del resto ¡había un montón de hojas por el paseo para cogerlas y llevárnoslas a casa! Sandra estaba encantada, tuve que decirle que ya teníamos suficientes porque las íbamos a pintar en casa.
Cuando llegó la hora de pintarlas ¡doble de contenta! Temperas y pinceles y mantel de papel por el suelo para pintar ¡era el paraíso! Y pasamos una tarde fantástica pintando hojas y estafando huellas de manos y pies por el mantel, otro día os dejo el vídeo que es una actividad fantástica.
Después de toda la noche secándose la pintura de las hojas llegó la hora de pegarlas en nuestro árbol, pero contando la historia ¿os apetece saberla? Aquí os la dejo.
El autor es Fernando Alonso (¡ojo que no es el piloto de F1!), y este es la versión libre del original "El árbol que no tenía hojas":
Era un árbol tan feo, tan feo, que no tenía hojas. Estaba solo en el campo y nunca había visto otro árbol.
Por eso no sabía que los árboles tienen hojas. Y tampoco sabia que él era tan feo.
Pero un día oyó decir a unos niños:
-¡Vaya porquería de árbol!
-No sirve para nada.
-Ni siquiera tiene hojas.
Entonces se puso triste porque se enteró de que era feo.
Y le dijo al Sol:
-Tú que eres tan poderoso, ¿puedes darme hojas?
El Sol le contestó:
-Yo no puedo dar hojas a las árboles. Vete tú a buscarlas.
Y el arbolito dijo:
-No puedo. Mis pies están clavados en el suelo.
Otro día dijo al Viento Gris:
-Tú que eres tan poderoso, ¡dame algunas hojas!
Y el Viento Gris le contestó:
-Yo sé quitar las hojas de los árboles, pero no sé cómo se ponen. No puedo ayudarte.
Pasó la Lluvia y el árbol le dijo:
-Señora Lluvia, mis pies están clavados en el suelo. ¿Puedes traerme algunas hojas para adornar mis ramas?
Y la Lluvia le contestó:
-Yo no puedo darte hojas. Yo sólo sé llorar. Voy a llorar por ti.
La Lluvia se alejó, llorando.
-¡Ay, Señor, qué desgracia! ¡Un arbolito que no tiene hojas!
El pobre arbolito sin hojas se quedó aún más triste. Y decía:
-He acudido a los más poderosos y no me han ayudado. ¡Ya nadie podrá ayudarme!
Pero un buen día dijeron los niños:
-¡Vamos a adornar este árbol!
Trajeron papel de colores: rojo, verde, azul, amarillo... Y lo cortaron en pedacitos y lo fueron pegando en el arbolito. Y al cabo de un rato el arbolito quedó lleno de hojas. Hojas azules y rojas, hojas amarillas y verdes.
Y pasó el Sol y se quedó un rato largo mirando, porque nunca había visto un árbol tan hermoso.
Pasó el Viento Gris y se paró en seco:
-¡Vaya con el arbolito! ¡Qué hojas tan bonitas ha encontrado!
Y el Viento Gris dio una vuelta para no arrancarle ninguna.
Pasó la Lluvia, y al ver aquellas hojas rojas, azules, amarillas y verdes, se le cortaron las lágrimas y dijo:
-¡ Qué pena! iYa no podré llorar más por este arbolito!
Y la señora Lluvia se marchó con sus lágrimas a otra parte.
Luego vinieron los niños y bailaron en torno al arbolito, que ya estaba muy contento con sus preciosas hojas.
Para mí es un cuento lleno de valores, y me ha encantado, como veis es de 1989, pero si algo es bueno, debe perdurar, y lo veo fantástico para trabajar con los peques, bien sea en casa o bien en el cole, que estoy segura de que es fantástico tanto para Educación Infantil como para Primaria y por qué no como cuentacuentos para los peques en una sesión. Creo que lo voy a proponer en el cole de Sandra para ir un día a contraselo a la clase :D
Un abrazo y happy weekend!
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